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Día 14: Carta a un Jefe

  • Foto del escritor: Papyruz
    Papyruz
  • 21 mar 2021
  • 2 Min. de lectura

Hola Anibal,


Este señor era el padre que todos querían tener, un chamo que le decía las cosas a uno en la cara, sin pelos en la lengua. Cuando el barco se estaba hundiendo (porque a veces las ventas llegaban a un punto mínimo) nos gritaba desde el escritorio: Reeeeemennn, reeeemennn, reeemenn. Era de los que se ponía a pelear con la ruidosa impresora cuando se atoraba de papel, en los inventarios interminables de tres días hasta amanecer.


Uno pensaba que no lo estaba viendo, pero era más observador que la mamá de uno cuando quemaba la sabana planchando. No habían cámaras en la oficina, ni tampoco micrófonos espías, pero Anibal sabía exactamente qué hacían cada uno de sus subordinados.


Preparaba unas parrillas de bututuille para chuparse los dedos, y un muchacho en salsa negra con arepitas, que cada día que pasaba agarraba mejor sabor. De vez en cuando me llevaba a sus hijos, y me enseñaban demasiadas cosas nuevas, también tenían una habilidad para colocar los monitores al revés (Gaby y Gabo, no tenían 5 años).


Oriundo de Valencia, la Ciudad de las naranjas dulces y los hombres complacientes ( así decían los otros compañeros) porque al principio eran todos hombres. En esa oficina estaba prohibido mencionar cualquier producto lácteo o derivado de la carne, su solo nombre era motivo de chalequeo y chinazoooo.


Sin embargo para diálogos más profundos, preferían salir al almacén. En señal de respeto hacia mi persona.


Gracias por enseñarme a perder el miedo, y por darme la oportunidad a su manera de no limitarme a realizar una sola tarea. He pasado por todos los departamentos dentro de una empresa, y no me arrepiento de ello. Aprendí de motores, repuestos y plantas eléctricas, en medio de un ambiente de trabajo donde ser mujer era una cosa extraña.


Agradezco el respeto hacia mi persona y el sentirme en todo momento una empleada capaz para enfrentar las consecuencias de una profunda crisis, que nos llevó inevitablemente al cierre de puertas.


Aún mantengo el contacto, y estoy segura que cuando menos lo piense estaremos comiendo esa parrilla nuevamente.


Y como decía al final de un cuento: Uno en esta vida...


Atentamente,

Una mezcla de Bambi con Linda Blair en el exorcista.

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