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Día 2: Autobiografía / Consigna: Escribe un fragmento de tu autobiografía y miente en algunas cosas

  • Foto del escritor: Papyruz
    Papyruz
  • 10 ene 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 14 ene 2021

Esto me resulta divertido, gracioso y un poco chocante. El tener que escribir de mi misma, cuando a veces no nos terminamos de conocer del todo bien, pero esa es una de mis cualidades, el ir aprendiendo sobre la marcha, observar e ir practicando para hacer cada día lo que me gusta.


Siempre he sido un poco incoherente, y según cuentan mis hermanos tenía la extraña costumbre de volverme una locura total al marcar las ocho de la noche. Nadie sabe el por qué, pero esa siempre fue mi hora de incoherencia especial.


Si hay alguien exagerada esa soy yo, de una pequeña semilla puedo crear bosques de un tamaño inimaginable. Aunque a veces el universo se vuelve cómplice de mis exageraciones y me presenta uno que otros personajes que las sobrepasan.


Me gusta ser la mezcla adecuada entre la mentalidad infantil que siempre anda inventando subir una montaña para ver qué hay del otro lado y el Alma de un anciano que disfruta leer un buen libro y despertar con el cantar de los azulejos en un día despejado.


Imagino mi cabeza como una especie de cajita que va archivando imágenes glamorosas y aromas exquisitos a lo largo del tiempo. Disfruto una buena comida preparada por las mejores manos que pueden existir, las manos de una madre que es capaz de convertir el agua con piedras en la mejor sopa del mundo. Mis respetos a mi abuela por enseñar el arte de sazonar con sal y ajo en un solo toque (a eso llamo magia).

Aún recuerdo el olor a campo, ese olor a fogón que se le queda a uno impregnado, cuando se disfruta de un buen guiso de lo que fuera que hicieran en esa casa acompañado de bola de plátano, y se me hace agua la boca.


Los olores y sabores me teletransportan y además de aflorar mi apetito me hacen sentir orgullosa de mis raíces. Me recuerdan de donde vengo y me hacen olvidar lo estructurada que debe ser la vida, en una ciudad llena de guetos verticales, donde la gente camina sin dirección ni sentido, ajustado a un horario o a un día.


Puedo decir que en esta etapa de adulto mayor, he experimentado momentos en los cuales casi muero de la risa haciendo honor a mi nombre, que la sensación de reír descontroladamente sin parar por más de una hora es abrumadora, y que también he vivido momentos de profunda tristeza, impotencia y desesperación. Pero a la final de eso se trata la vida, y ya me voy a dormir porque son las ocho de la noche.







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