Día 24: Para Maíta Consigna: Escribe a alguien que ya no está

Hola abuela, a Diego le encanta la toalla que le regalo. Le seré sincera, me parece tan bonita que a veces la agarro para mí, y por un momento siento que es mía.

Aunque nunca la pudo conocer en persona, él sabe quien es. Sabe que se llama Carmen y que se fue un mes antes de que naciera. No sintió nostalgia por su partida porque sabe que vive en cada persona que lleva su sangre, y son muchísimos si nos ponemos a decir nombre.

Generaciones que la vieron treparse a los árboles para tumbar guayabitas, y muchos más que tienen la dicha de bañarse con el casquito del fondo. Le dio mucha risa saber antes de hablar, que su abuela manejaba bicicletas montañeras.

Debo decirle que no me gusta el café, pero me fascina su aroma porque me trae recuerdos buenos de mí infancia. Me recuerda al cacao y al sabor que el fogón le daba a cada una de sus comidas.

Espero que algún día llegue a preparar un guiso de pato como esos que usted hacía (aunque no sea con mis patos del fondo), y comérmelo con una bola de plátano hasta los dedos.

Quiero decirle que cuando se fue, estuvo presente todo el pueblo y parte de los otros. Que la despidieron como la persona que siempre estuvo dispuesta a dar sin recibir nada a cambio, y que esa es la más grande de las riquezas.

Le recuerdan con cariño sus nietos, bisnietos y tataratataranietos. No le puedo decir si aún siguen colocando en la entrada el cafecito para los fabianes que pasan a saludar, pero le voy a contar que a Diego le gusta jugar con fichas de animalitos.

Me enteré ya siendo una vieja que no se llamaba Maíta (tampoco Carmen Carlito), pensé que se llamaba así. Supongo porque fue la Maíta de mucho.