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Día 4: Obsesiones / Consigna: Escribe de tus obsesiones

  • Foto del escritor: Papyruz
    Papyruz
  • 12 ene 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 14 ene 2021

No creo que el tener una obsesión deba ser visto como algo malo, siempre y cuando no sea motivo de daño y destrucción, a la final forman parte de nuestra forma de ser y nos definen como persona.

Esas Obsesiones al igual que todo en la vida van cambiando y transformándose en cada etapa. Algunas serán suplantadas y otras evolucionarán

por ciertas situaciones, haciéndolas más fuertes o débiles según su conveniencia.


En mi niñez y hasta mi adolescencia tenía una obsesión por jugar voleibol, al extremo de hacerlo en horarios nocturnos y con balones no aptos para tal fin. Que lo diga la mata de limón: ¿Cuántas pelotas sucumbieron ante sus espinas?

No había columpio que se me resistiera, aún me obsesiona mecerme en uno que otro, y siempre me gustaba inventar un juego y ponerle nombres extraños asociados a mi nombre.


Ya en la adolescencia, me obsesionaba escribir al punto de deformar una uña de mi dedo porque nunca tuve buen agarre. También me cuesta dejar objetos o cosas que me recuerdan momentos importantes de mi vida, los atesoro y cuido mucho. Pregúntenle al portaminas verde que conservo hace más de 20 años y a la camisa blanca con amarilla.


Esta etapa es la ama de las obsesiones, creo es definitiva para las que siguen.

Esa extraña obsesión por hablar descontroladamente y no saber escuchar,

siempre va conmigo. Aunque creo que era un buen calmante a la hora de dormir para mi hermana.

Ya en mi etapa adulta me obsesiona el no poder ver cosas tiradas en donde sea que no vayan, aunque ha disminuido un poco. Tampoco puedo dejar pasar un hidrante sin saltarle por arriba, me resulta liberador y cómico.

Pero mi mejor obsesión es oler el cabello de mi hijo. Me parece que tiene un aroma único e inolvidable.


Cuando me seleccionaron entre varias personas para realizar una exposición en el museo de obsesiones de mi Ciudad Bonita. Solo me vino a la mente una obsesión en particular: Mirarme en el espejo, y no por vanidad, sino para recordarme

que a pesar de los años que han pasado y de los cambios físicos sigo siendo la misma pero en diferentes épocas.


Allí deje un espejo, cuyo marco dice:

Uno es como es.


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