Día 51: A la traición

Son pocas las veces que te he visto, o por lo menos que me he dado cuenta de tu presencia. La cuestión es que siempre llegas disfrazada de amiga.

Recuerdo esa vez que era buena en las clases de física y sacaba siempre la máxima nota, y de pronto pase de un 20/20 a un 00/20. Era raro, y no solo porque me sentía segura en cada ejercicio que respondí, sino porque al ver mi examen, tenía otra letra y un nombre borrado con el mío arriba.

Así de manera sorpresiva y sin la mínima decencia sueles aparecer. Lo que si no recuerdo es que me hubiese sentido mal en ese momento. La sensación que me provocaste fue otra totalmente distinta a la pensada.

Es como si de pronto estuviese viendo en un plano omnisciente a los condenados desfilar por el pabellón de la muerte. Da tristeza no poder ayudarte a ser una mejor persona, y ver cómo te consumes en un laberinto sin salida de mentiras.

Dicen que las traiciones que más nos duelen son aquellas que provienen de los seres que más amamos. Son difíciles de olvidar y en muchos casos nos transforman y nos quitan el color.

Quizás por esa razón no sentí por ti más que un sentimiento compasivo y de profunda tristeza. La próxima vez que aparezcas no deseare quitarte el disfraz , porque sé que al desfilar se caerá sólo.