Día 66: A un árbol

Muchos árboles vienen a mi mente, pero hay uno en especial. No tienes debajo de tu tronco ningún espacio adecuado para sentarme y escuchar el sonido de tus hojas moverse, pero tienes una vista espectacular de una de las lagunas donde he compartido los mejores momentos de mi vida.

Siempre tuve curiosidad de tu aspecto, hasta que un día mientras miraba tu extraño tronco de aspecto liso y color anaranjado, mi mirada se desvió a un pequeño cartel y lo vi: Indio Desnudo.

Eres uno de esos árboles que curan, tu corteza sirve para aliviar muchos males. Eso no lo sabía, lo escuché decir de mi madre, que conoce el uso de cada tesoro de la naturaleza.

Del Araguaney me encanta la energía y magia al asomarse la primavera, del Sáman o también llamado árbol de lluvia me encanta la sabiduría que emana su sola presencia, de ti bello Almendro, me encanta el tesoro de tu fruto.

Pero tú Indio Desnudo eres una especie de guardián milenario, te saludo y me despido en cada visita. Eres testigo de numerosas bienvenidas, risas, llantos y despedidas.

Es imposible que camine por allí sin voltear a mirarte, porque si no lo hago, mi visita no habrá valido la pena.

Espero verte nuevamente viejo amigo.