Día 9: Enamoramiento Consigna: Escribe de la primera vez que viste a una persona y te enamoraste
- Papyruz
- 17 ene 2021
- 3 Min. de lectura
Yo no quería salir, en serio que me gustaba más pasar los viernes en la noche tranquila en mi casa. Mis amigas si querían, disfrutaban las fiestas y salir a divertirse y sobre todas las cosas comer.
Las fiestas de mi universidad siempre eran las mejores, y venían muchos estudiantes de las otras universidades, que tenían fama de aburridas.
Ese día del mes de mayo, todo siempre sucede en ese mes. Era un 15 de mayo, lo recuerdo. Tenía un pantalón que no era ni gris ni azul, parecía color
morado, y mi camisa preferida que en paz descanse era de un color azul turquesa.
Allí estábamos en nuestro banquito preferido, justo en frente de la cancha deportiva, que en ese momento era una pista de baile, con toda una danza de feromonas y testosterona presentes.
Yo nunca aprendí a bailar, me encanta disfrutar la música, pero lo del ritmo no es cosa mía.
- Mami vamos a bailar, Flaca vamos a baila – me decían esos individuos con
olor a alcohol vencido y cara de Harry el sucio.
- No gracias, estoy hablando con mis amigas – contestaba mientras me
alejaba disimuladamente.
Pero las cosas pasan cuando uno menos las busca y de la manera más inesperada. De pronto se detuvo el tiempo y empecé a ver las cosas un poco más lento, las voces a mi alrededor se apagaron y solo escuché una amable voz decirme
lo siguiente:
- Hola Buenas Noches, disculpa la molestia. ¿Serías tan amable de concederme esta pieza? – Claro que existe química enamoradiza, era la
música que sonaba en el fondo.
Eso me causo mucha risa, e inmediatamente conteste con un ¡Qué!, mientras sentía un manotazo en mi espalda que me decía – ¡Muchacha que salgas a bailar!, era la mano pesada de mi gran amiga Florita, la que siempre nos motiva a dar el primer gran paso.
Era alto y tenia una camisa negra, muy negra. Ahora entiendo el porque de sus preferencias por los colores oscuros.
En ese momento, el merengue era la música más fácil de bailar, pero no entiendo porque me sentía bailando tan mal. Aquello era un espectáculo, yo le daba para un lado, y el se movía para el otro. Pero no olía a alcohol vencido, su perfume
era tan agradable como su porte de caballero.
Finalmente terminamos de bailar, y al verificar la hora en mi reloj, recordé la cara de mi mamá diciéndome que no debía llegar después de las doce. No se puede amanecer en la calle, decía.
- Disculpa, me tengo que ir- solo alcanzamos a bailar una canción, decir nuestros nombres y que estábamos estudiando. El me pidió mi número de
teléfono, y justo cuando le iba a dar el de mi casa porque en ese entonces ni pensaba tener un teléfono celular, sentí nuevamente un manotazo.
- Yo puedo anotar tu número de teléfono – salió la Florita en defensa con su teléfono en mano, cual hermana mayor protectora.
La sensación de esa noche fue bonita, amanecí con una sonrisa y se lo conté a mi hermana.
Me sentía enamorada.
Y aunque el no recordaba mi nombre porque es muy difícil de aprender, sin saberlo, ya conocía a su hermana y el conocía a una de mis amigas.
Le comenté a mi amiga que había conocido a un muchacho muy educado y simpático. Ella me pregunto que como era, y al describírselo físicamente, me respondió que no podía ser el hermano de quien pensaba, aunque tuviese el mismo nombre, porque el que ella conocía usaba lentes, frenillos, y no vivía en la misma zona que le comente.
Las piezas comenzaron a encajar. El le conto a su hermana de mí, y ella le dijo a su amiga que si no conocía a una muchacha cuyo nombre tenía muchas eses y estudiaba contaduría.
Los días pasaban y él solo quería recibir el mensaje con mi nombre. Con el tiempo las personas cambian. Él ya no usaba lentes ni frenillos y se había mudado de zona
A los pocos días, me arme de valor y envíe el mensaje. Al mes siguiente supe que el tampoco sabia bailar y tuve mi primer novio. Han pasado 17 años desde que envíe el mensaje con mi nombre y lance el teléfono asustada, y aunque han cambiado muchas cosas aún no sabemos bailar.
Mi amiga dice que ninguno de los dos sabemos bailar pero que cuando lo hacemos juntos bailamos bien.
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